DE LA NATURALEZA AL PAISAJE Y DEL PAISAJE A LAS PALABRAS


Millones de años necesitaron los ríos Guadalquivir y Guadalimar, el río grande y el río colorado, para, erosionando las rocas y arrastrando las tierras, levantar la enorme barca invertida que es La Loma, atalaya natural desde donde se dominan Jabalcuz, sierra Mágina, la sierra de Cazorla y, lejos, los montes de sol y piedra de Granada, por una parte; y de otra, hacia el Norte, las tierras del Condado con el oscuro perfil de Sierra Morena al fondo. Y hubo de esperarse un incalculable tiempo hasta que se pobló esta meseta interfluvial por aquellos aprendices de seres humanos y, mucho tiempo después, hasta que derivaron en hombres y fueron capaces de, con sus atentas miradas, construir paisajes y, con sus manos, sembrar la tierra y plantar los árboles de sus grasos frutos, siendo ahora, en la práctica un ayer histórico, cuando esos hombres pintaron tanta belleza y dejaron cristalizados en palabras y versos su sorpresa ante el mundo natural que los rodeaba y los interpelaba de tan inusitada manera.
Por eso, no podemos ignorar que las altas tierras de La Loma son naturaleza y lo que ha puesto el ojo del hombre, el paisaje construido por su mirada histórica, con los resultados artísticos y estéticos que se derivan de esa mirada. Por eso, debemos reconocer que este trozo de nuestro planeta es naturaleza y patrimonio cultural a un tiempo, mereciendo nuestros cuidados y nuestro respeto ecológico, pues, si bien la naturaleza no es nada sin el hombre, el hombre no es nada sin la naturaleza. Ha de hallarse, a la fuerza, la solución más perfecta a esta permanente ecuación. La solución que los mejores hombres de nuestro tiempo han hallado a este problema cabe en dos palabras: desarrollo sostenible.
Ante estas dos palabras, carecen de razón los proyectos faraónicos que traen pan para hoy, y para muy pocos, y hambre para mañana, y para todos. Esto explica que me oponga a intervenciones urbanísticas agresivas y especuladoras y argumentar con unas cuantas palabras mi posición.

Cuando Úbeda y Baeza optaron felizmente a obtener el título otorgado por la UNESCO de ciudades patrimonio de la humanidad, lo que se consiguió en el verano de 2003, tuvieron que presentar una extensa documentación donde se justificaran los méritos para lograr tal distinción. Pues bien, yo, que redacté el informe literario, dejé escrito lo siguiente:


Si ya en 1212, muy próxima la reconquista cristiana de Úbeda y Baeza, le comunica el rey Alfonso VIII al Papa que ambas ciudades tienen una importancia no superada "desde el mar acá" por ninguna otra, salvo Córdoba y Sevilla, comprenderemos en parte la razón que ha llevado a heredar y a aumentar con la posterior incorporación de ambas ciudades a la corona de Castilla la importancia histórica en forma de unas condiciones materiales de vida y en forma de una acumulación artística y cultural de un patrimonio de valor universal.
Si la realidad presente es consecuencia de un pasado histórico, comprenderemos por qué frente a su medio provincial más inmediato e incluso frente a otras instancias superiores las ciudades de Úbeda y Baeza ostentan un patrimonio singular extraordinariamente conservado de gran riqueza histórico-monumental y artístico-cultural digno de ser reconocido para asegurar su pervivencia y su legación a las generaciones futuras.
Desde la perspectiva de su vinculación con la cultura literaria, la que hemos primado en este informe, Úbeda y Baeza sobresalen cualitativamente en un mínimo análisis comparativo con respecto a la mayoría de las ciudades de parecido perfil cuantitativo, urbano y social. Pocas ciudades han tenido el privilegio de albergar a los más universales poetas españoles durante determinado tiempo, siguiéndose de esta circunstancia consecuencias literarias de incalculable valor y universal proyección.
Así, de no ser por la importancia de estos núcleos históricos-monumentales, no se habría escrito parte del más interesante romancero viejo, no se habría creado un ambiente cultural que incluiría los primeros talleres de imprenta del Santo Reino al calor de la Universidad, con la subsiguiente publicación de obras pioneras en su género, como el Examen de ingenios para las ciencias, de Huarte de San Juan, y no habría provocado unas hermosísimas páginas literarias donde Úbeda y Baeza alcanzan un estatuto artístico-verbal, una forma de existencia nueva, una espacialidad literaria. Ahí quedan los nombres y obras de Cervantes, Antonio Machado, Federico García Lorca, Antonio Carvajal y Antonio Muñoz Molina por recordar ahora a algunos de ellos.

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La plural presencia de Úbeda y Baeza en el ámbito de la cultura literaria y el haber estado en el origen de la escritura, y en la escritura misma, de importantes obras literarias, viene a subrayar la autenticidad y carácter genuino de tales ciudades monumentales.
Por otra parte, la presencia de tales ámbitos históricos y monumentales a lo largo de toda la historia de la literatura española, esto es, desde sus comienzos medievales con la conformación de la propia lengua castellana hasta la actualidad, presencia de la que sólo se han expuesto algunas muestras cualitativas, demuestra cómo, a pesar de tratarse de ciudades históricas vivas sometidas a cambios socio-económicos y culturales, han sabido mantenerse en su autenticidad, no sólo conservando lo mejor de su patrimonio artístico y cultural, sino interviniendo de muy diversos modos en la conformación del universo de la literatura en lengua española.
Pues bien, si esta conservación -y continuada presencia literaria- ha sido así en momentos y circunstancias históricas y económicas difíciles, cabe pensar que la inscripción de las mismas ahora en la lista del Patrimonio Mundial asegurará definitivamente su conservación para beneficio cultural de la humanidad.

De esta manera justificaba la importancia cultural y literaria de nuestras dos ciudades para lograr su propósito. Pero quiero señalar que lo que finalmente hacía sobresalir como valor de autenticidad y de originalidad era que estas ciudades habían sabido mantenerse en su autenticidad, lo que no suponía, claro está, mantenerse cerradas al mundo y cerrarse a todo horizonte, y sí haber sabido conservar un patrimonio artístico que ha estado en el origen de obras literarias que han hecho de nuestras dos ciudades espacios literarios al tiempo que espacios artísticos y naturales.
Si han sido miles de personas las que, desde hace cientos de años, generación tras generación, han sabido conservar para sí mismos y para la humanidad completa tanto arte y tanta belleza, al tiempo que mantenían su entorno natural en equilibrio razonable con el urbano, evitemos que se destruya parte de lo que se supo conservar a lo largo de su historia.

ANTONIO CHICHARRO

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©Del texto: Antonio Chicharro.

©De la fotografía "Sierra Mágina en invierno": José Luis Chicharro.