DÁMASO ALONSO, 'BAEZA, EN MI RECUERDO'



Baeza, Úbeda, La Loma... Las dos ciudades podrán ser aún ignoradas por el gran turismo de masas. También aquí hay la minoría: el viajero de gusto refinado recibirá de otro la consigna: "Sobre todo, no deje usted de visitar Baeza y Úbeda".
     Después, llegará inevitablemente el encanto: ese rincón maravilloso con que hacia Castilla se nos despide Andalucía quedará ya en la mente del viajero para siempre.
    También yo caí bajo ese hechizo. Aquellos pocos días vividos en Baeza, son uno de esos paisajes luminosos que, de vez en cuando, se nos abren en la estela turbia del recuerdo.
     Encontré en Baeza alojamiento limpio y cómodo; hidalguía y trato afable, en sus naturales; tesoros de arte de casi todas las épocas de nuestra historia. ¡Ciudad española no retocada ni aliñada para seducir, ciudad que se da intacta con su atracción sin afeites! Un aire, un ambiente de increíble sutileza y diafanidad; las cosas donde deben estar: en su sitio, allí donde el tiempo les mandó que se quedaran; todo genuino y puro, para alimento de nuestra vista extasiada. Ciudad plural, con centros distintos que ahora, al escribir estas líneas, uno tras otro se me enciende: la fuente de los leones con la puerta almenada y el palacio del Pópulo; la vida bullente, se diría irreprimible, encaramada en la decoración del Ayuntamiento, y allí fijada por el cincel; y después de pasar frente a la fachada del palacio de Benavides y al otro lado de la iglesia románica (¡románico, sí, en Andalucía!) y las curiosísimas pinturas que el azar descubrió en el ábside, la plaza en cuesta, con la Catedral, el edificio gótico adjunto, el muro de sillería del Seminario y la deliciosa fuente plateresca (como un arco triunfal de miniatura) en medio.
     Estas estampas han quedado grabadas en mis ojos, y la visión luminosa del valle del Guadalquivir, enlazado de meandros de plata... Son de esos gozos incorporados ya a nuestra vida, acompañantes de nuestra alma. Queden allí en el fondo de mi retina, y vengan de vez en cuando a iluminar los últimos días de mi peregrinación por la tierra.

DÁMASO ALONSO
De la Real Academia Española


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Publicado en Revista Baeza, 1960.
Fotografía superior de Cristóbal Tornero.
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