REVISTA DE PRENSA: BAEZA Y ÚBEDA, DIEZ AÑOS DESPUÉS DE LA DECLARACIÓN COMO CIUDADES PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Baeza y Úbeda, diez años después del repique de campanas

plaza catedral baeza 932Plaza de Santa María de Baeza con la catedral al fondo. MARIBEL SÁNCHEZ CONCHAHace exactamente diez años, Úbeda y Baeza recibían jubilosas la noticia de su declaración como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco. La buena nueva llegaba a media tarde desde París, donde se reunió el Comité de Patrimonio Mundial, y en ambas ciudades se pregonó a los cuatro vientos con un repique general de campanas. Sus habitantes sintieron una satisfacción especial, como si hubiera llegado el fin de una carrera de fondo, pero en realidad era el principio de un nuevo recorrido que había que asumir con mayor fuerza, como si se tratara de una carrera de relevos en la que un corredor finaliza exhausto a la vez que otro inicia el itinerario con las fuerzas intactas.
La fiesta, la música y los cohetes pasaron, dejando tras de sí un rastro de ilusiones que en algunos casos se han visto cumplidas con creces, y en otros se han quedado solamente en eso, en ilusiones. Con respecto a los objetivos hechos realidad, el principal cambio que se ha notado en esta década ha sido el incremento del número de visitantes que las dos ciudades renacentistas reciben anualmente, lo que ha llevado aparejado un crecimiento del sector turístico, sobre todo en lo que se refiere a hostelería, alojamientos y servicios. Pero a la contra, poco han cambiado en diez años asuntos tan prioritarios como las comunicaciones o la gestión conjunta entre ambos municipios de todo lo que tiene que ver con la declaración.
De lo que siente el turista cuando llega a Úbeda y Baeza, y de la sensación que se lleva en su maleta cuando se marcha, sabe mucho Andrea Pezzini, responsable de la empresa de servicios turísticos Artificis. Sabe mucho porque los integrantes de su equipo fueron pioneros en el sector y funcionaban de la mano del visitante antes de la declaración, por lo que vivieron en primera persona lo que supuso y ha supuesto hasta hoy.
Pezzini reconoce que el título de Patrimonio Mundial ha dado prestigio a las dos ciudades hermanas, aportándoles un sello de calidad que ha fomentado la llegada de visitantes. «Es un atractivo, un argumento, una excusa para vender el destino», asegura, a la vez que destaca que ha hecho evolucionar el sector desde el punto de vista empresarial con nuevos hoteles, restaurantes, bares, cafeterías, empresas de servicios... lo cual genera puestos de trabajo.
Por hacer
Pero, tras diez años, considera inaceptable «que sigamos estando incomunicados», en alusión a carreteras tan básicas y fundamentales como la A-316 o la A-322, en las que «la cosa va a peor en lugar de mejorar». También considera «vergonzoso» que a estas alturas Úbeda y Baeza no pertenezcan aún a la Asociación Española de Ciudades Patrimonio de la Humanidad, selecto grupo auspiciado y patrocinado por el Gobierno central que sigue rechazando su inclusión y no da su brazo a torcer, utilizando como excusa el hecho de que las dos localidades jienenses forman una declaración conjunta y no única.
Santa Maria fuegos artificiales 932Fuegos artificiales, hace diez años, sobre la iglesia de Santa María de Úbeda. ROMÁNTeniendo en cuenta que ser Patrimonio de la Humanidad siempre es positivo, conlleva un aspecto un tanto negativo, y es que se pierde el factor sorpresa. El hecho es que antes del reconocimiento, cualquier turista quedaba prendado con sólo llegar y girar 360 grados en la plaza Vázquez de Molina de Úbeda o en la plaza de Santa María de Baeza. Y ahora, al ser consciente de que visita un destino Patrimonio Mundial, el viajero trae unas expectativas que no siempre se ven cubiertas.
El factor sorpresa
No obstante, según Pezzini, «el factor sorpresa se ha desinflado para el visitante español» pero no para el extranjero, que suele ser de nivel económico alto y que viaja a la carta a través de touroperadores. «Vienen a Granada, Córdoba, Sevilla o Ronda, y cuando el touroperador les convence para ir a Úbeda y Baeza se quedan un poco descolocados porque es como un desvío de su ruta, pero acaban sorprendiéndose muy gratamente», explica, añadiendo que «si el touroperador lo sigue ofreciendo es porque la experiencia resulta positiva». En ello dice que influye que ambas localidades no estén masivamente explotadas y sea agradable pasear por ellas, incluso «sin personas que te atosigan» vendiendo en las calles o pidiendo por las terrazas como ocurre en otros destinos.
¿Y los precios? Tal y como explica Andrea Pezzini, quizá hubo un momento en el que se dispararon, llegando a un punto casi de abuso al principio, pero con el tiempo «todo el mundo se ha puesto las pilas y, aunque son más altos porque todo ha subido, en Úbeda y Baeza no están fuera de lo normal».
Mirada al futuro
En su opinión, el futuro de los dos municipios debe pasar por el turismo, pero también por la cultura. «Tenemos edificios que son el gran atractivo, pero hay que generar más movimiento a su alrededor, comenta en alusión a la organización de festivales, eventos y propuestas que marquen la diferencia con respecto a otros destinos, junto con la promoción del turismo de congresos y reuniones. Y es que, no siempre la demanda está en consonancia con la oferta: «del turismo nos mantenemos dignamente, pero en algunos momentos hay un claro exceso de oferta en habitaciones, restaurantes, servicios, etcétera».
También aboga por una mayor coordinación entre Úbeda y Baeza y un mayor número de iniciativas conjuntas como destino único. «Ni Úbeda ni Baeza son Patrimonio de la Humanidad, la marca es Úbeda y Baeza», apostilla.

Fuente: http://baeza.ideal.es/reportajes/1270-baeza-y-ubeda-diez-anos-despues-del-repique-de-campanas.html