EL TRADUCTOR BAEZANO DEL SIGLO XVI FRANCISCO TRUCHADO ESTUDIADO EN EL ORIGEN DE LA NOVELA CORTA EN ESPAÑA

 David González Ramírez  en su artículo titulado EN EL ORIGEN DE LA NOVELA CORTA DEL SIGLO DE ORO: LOS  NOVELLIERI EN ESPAÑA, en el que presenta un panorama general sobre la recepción y el impacto en España de los novellieri traducidos al español, aborda, entre otros aspectos relativos a problemas bibliográficos y traducciones de las obras de Guicciardini, Bandello y Giraldi Cinzio, aparecidas todas entre 1580 y 1590, las de Straparola con lo que da entrada al tratamiento crítico de la traducción que en su día hiciera Francisco Truchado. La parte de mayor interés para BAEZA LITERARIA de su estudio es la que sigue:


"El Honesto y agradable entretenimiento de Straparola: todo problemas

La obra de Giovan Francesco Straparola, la primera en ser traducida y editada en España, es sin duda la más sugestiva desde el punto de vista bibliográfico8. Fue Francisco Truchado quien se encargó de realizar la traslación al castellano de Le piacevoli notti, según rezaba su portada italiana, a la que dio por título Honesto y agradable entretenimiento de damas y galanes. La primera edición de la que  tenemos hoy constancia fue impresa en Bilbao, a costa de Juan Ruelle, en 1580. Sin embargo, existen varios datos que han originado la creencia de que podría haber una edición anterior que no ha llegado hasta nosotros. La cédula real del Honesto y agradable entretenimiento fue expedida el 30 de septiembre de 1574, mientras que la eclesiástica se otorgó cuatro años más tarde. No era inhabitual que una obra tuviese que esperar varios años para ver la letra de molde; en unos casos los autores no lograban encontrar fondos de financiación para editar el libro o no ultimaban las negociaciones para vender la licencia de impresión; en otros casos, ya librada la licencia civil, los recelos de los miembros de la censura inquisitorial, que tenían queconceder el permiso eclesiástico, hacían que se retrasase la aparición pública de una obra.
     Sin embargo, el caso de Francisco Truchado y su traducción de Straparola no se atiene al primero de los considerandos, pues tenemos noticia de un documento firmado el 7 de abril de 1576 por el cual el traductor traspasó, en la ciudad de Granada, “los derechos y licencia de impresión” a los editores Juan Díez y Francisco García:

Francisco Truchado, vecino de Baeza, traspasa en Juan Díez y Francisco García, los derechos y licencia de impresión que tenía por diez años del libro titulado “Onesto y Agradable Entretenimiento” que él había traducido al castellano de la lengua toscana, a cambio de 12.000 maravedís y con el compromiso de recibir cien cuerpos de dichos libros de la primera impresión (Osorio, Moreno Trujillo y De la Obra Sierra, 2001: 534).

     Pese a esta noticia de singular valor, los editores granadinos no llegaron a publicar la obra de Straparola hasta finales de 1582 (año marcado en la portada, aunque en el colofón se da la fecha de 1583). En el breve período que transcurrió desde la edición bilbaína de 1580 y el momento de la aparición de la edición granadina costeada por Díez y García, la Segunda parte del honesto y  agradable entretenimiento se publicó en Baeza, en la casa de Juan Bautista Montoya y a costa de Antonio de Vega, en 15819; en la misma imprenta conoció dos reediciones más, en 1582 y en 1583 (Cátedra, 2001: 227-229 y 231-233). Por tanto, cuando los editores de Granada publican la primera
parte del Honesto y agradable entretenimiento, no solo esta había visto la luz ya en Bilbao, sino que Truchado había culminado la traducción de la Segunda parte –cuya licencia vendió a un vecino de su tierra–, que se editó dos veces antes de 1582.
     Los motivos de que Juan Díaz y Francisco García no hubiesen aventajado a todos los demás editores se desconocen, pero no es difícil imaginar que, adquiridos los derechos de impresión, o bien pudieron encontrar serios problemas para financiar el libro, u otros motivos comerciales les condujeron a tomar otra decisión de última hora. En cualquier caso, cuando estos editores granadinos se hacen con la licencia de impresión, en 1576, la obra no había obtenido aún la licencia eclesiástica, que se cursó en 1578, por lo que, cumpliendo con los criterios reglamentarios, no podía ser editada hasta entonces. Cedida la licencia de impresión, Truchado perdía los derechos de su traducción, así que tuvieron que ser los propios editores granadinos quienes negociaron con Juan Ruelle, que mandó imprimir el texto de Straparola en el taller de Matías Mares. La obra no llevaba estampado el privilegio (que sabemos que había obtenido Truchado por tiempo de diez años), pero Díaz y García convendrían con Ruelle probablemente una venta de los derechos que no impidiese una salida futura en las prensas granadinas.
     Además de estas cuestiones sobre los tratos que Truchado mantuvo con diferentes libreros, en torno a la princeps de la colección de novelas de Straparola planean ciertos interrogantes que aún esperan ser aclarados. En el “Parescer” que se imprimió en la edición de la Segunda parte del honesto y agradable entretenimiento, firmado el 9 de julio de 1581, Juan López de Hoyos (en Straparola, 1581: 270v) manifestaba que “agora doce años vi la primera parte, y con esta queda bien satisfecho a la promesa que el auctor hizo”. De haber visto la luz doce años antes la primera parte de la traducción de Truchado, nos situaríamos en el vértice de 1569, una fecha tempranísima en la que el traductor baezano habría visto impreso su trabajo con poco más de veinte años. Quizá haya una edición perdida, pero la documentación que tenemos (solicitud y otorgamiento de licencias, venta de privilegio) nos sitúan a mediados de la década de los setenta. Aunque imaginásemos, como hipótesis, que el cajista de la imprenta de Juan Bautista de Montoya cometió un error de lectura, entendiendo “doze” donde en el manuscrito ponía “dos”, las fechas tampoco concordarían; si bien, y a falta de que se encuentre esta presunta edición perdida o algún documento que la ratifique, siempre podemos atribuir a malentendido (por parte del cajista) o despiste (por parte del censor) el dato aportado en ese documento impreso.
     En el breve lapso de poco más de dos años, Straparola conoce al menos cuatro ediciones de su obra, una de la primera parte y tres de la segunda. Poco después de la fecha en la que aparecen las últimas ediciones del Honesto y agradable entretenimiento de damas y galanes comienza una serie de movimientos en la administración para solicitar licencias de impresión de otras traducciones que se habían preparado de algunos novelistas italianos que, como Straparola, estaban en la órbita de Boccaccio. Sin embargo, antes de llegar a ellos, hay un dato de interésextractado por Anastasio Rojo (1994: 157) y acentuado por Pedro M. Cátedra (2001: 241) que no puede ser pasado por alto. Truchado estaba interesado en prorrogar su privilegio original, otorgado en 1574 y concedido por un período de diez años (según sabemos a través del contrato firmado con los editores granadinos Díaz y García), para lo cual solicitó al Consejo una ampliación, que fue concedida el 3 de julio de 1586. Sabemos que con la expiración del privilegio, el contrato de cesión también finalizaba, por lo que lógicamente Truchado quiso renovar su exclusiva de edición para salvar su texto de posibles reediciones de las que él no podía beneficiarse. Esto llevó a Cátedra (2001: 241) a plantear la hipótesis de que hacia 1586, o quizá en algún año posterior, pudiese haber salido una edición de la primera parte del Honesto y agradable entretenimiento de damas y galanes. “No obstante –sigue diciendo Cátedra (2001: 245)–, teniendo en cuenta las relaciones de este traductor con varios libreros granadinos y, a su vez, la de éstos con otros impresores españoles, es posible que este privilegio fuera cedido para su explotación a otros”. De la misma forma, Truchado consiguió un par de años más tarde la ampliación de su privilegio para la Segunda parte, lo que hizo pensar a Cátedra (2001: 245) que quizá estaba interesado en realizar “una nueva edición de la obra, que muy bien pudo ser de Baeza”, hacia 1588, según sus barruntos.
    Sin embargo, por esas fechas en el panorama novelístico se había presentado la obra de L. Guicciardini y se habían solicitado licencias de impresión para varias más (algunas de las cuales nunca llegaron a ver la luz), en las que más adelante me detendré. Por tanto, quizá Truchado encontrase, en un momento en el que el mercado editorial se estaba renovando, más dificultades para vender su privilegio. No obstante, transcurrida algo más de una década, por vez primera se editan conjuntamente las dos partes del libro de Straparola, concretamente en 1598, en Madrid, a costa de Luis Sánchez, a quien se le concede el privilegio de impresión un año antes. Algún tiempo después, en 1612, ve la luz en Pamplona, en casa de Nicolás de Asiaín, la Primera parte del honesto  entretenimiento de damas y galanes; y en ese mismo año la Segunda parte del honesto y agradable entretenimiento de damas y galanes. El número de ediciones que conoció la obra de Straparola fue verdaderamente espectacular, y el hiato que encontramos en los quince años que intermedian entre 1583 y 1598 se explica fácilmente por las nuevas traducciones que de otros novelistasitalianos se estaban realizando. Sin embargo, en cuanto remitieron las traducciones de los novelistas italianos y sus ediciones escasearon en los fondos de los libreros, algunos editores no dudaron en acudir nuevamente a reeditar laobra de Straparola.

[...]

Francisco Truchado y López de Hoyos: “censores” de la obra de Straparola

En el escrito que dirigió “al discreto y prudente lector” del Honesto y agradable entretenimiento, Truchado (enStraparola, 1580: 5v) explicaba que si en su traducción se hallaban “algunas partes” con un “sentido diferente”, lo había hecho

[...] por la necesidad que en tales ocasiones debe usar, pues bien sabéis la diferencia que hay entre la libertad italiana y la nuestra, lo cual entiendo será instrumento para que de mí se diga que por enmendar faltas ajenas saco en público las mías; por tanto prudentísimo lector, suplico os las corrijáis, y amigablemente enmendéis, porque mi voluntad y deseo fue acertar con la verdadera sentencia, y que vos, escardando estas peregrinas plantas, cogiésedes de ellas sus morales y virtuosas flores.

Truchado deja notar que tuvo que trabajar movido entre la obligación de honestar la lengua española y la intención de ofrecer un ramillete de avisos y enseñanzas. Sin embargo, a pesar de las presuntas transformaciones que sufrió el texto de Straparola en manos de su traductor baezano, al parecer de Amezúa (1982 [1956]: 449, n. 1) Truchado no logró totalmente poner en estilo “puro y casto” las libertades novelescas del autor italiano, 

[...] porque, por ejemplo, la Novela V de la Primera noche, la IV de la Tercera y la V de la Quinta desarrollan argumentos y episodios bastante libres. La Novela III de la Cuarta noche versa sobre unas burlas, más que irreverentes, que se hacen a los frailes de un convento, y que prueba una vez más lo tolerantes que la Inquisición y la censura españolas eran para estas demasías antifrailescas, que tampoco causaban escándalo alguno.

     En todo caso, parece que en la segunda parte Truchado no obró tan lícitamente como aseguraba en la primera. Al censor de la continuación traducida, Juan López de Hoyos (en Straparola, 1581: 270v-271), no terminaron de agradarle ciertos términos escogidos, ni aún menos partes completas en las que se trataba sobre ciertos enigmas de la ciencia, por lo que intervino directamente sobre la traducción que le llegó –que ya había superado el primer nivel de control, el del traductor–, declarando en su imprimatur lo que sigue:

No hallo en él cosa que no sea muy gustosa y de buen ingenio. Van borradas algunas palabras por no proprias, o no castas, algunos renglones enteros, particularmente en las Tropelías, que son experiencias o secretos de ocultas Philosophías, en las cuales decían que se esperasen signos o planetas; para quitar supersticiones que dañan y ofenden en gran manera, con borrarlo queda lo demás conforme a su título de Honesto entretenimiento; y ansí van borradas de modo que el impresor vea luego lo que va con censura.

     No reparó en otra cosa que no fuesen voces sueltas y, a su entender, malsonantes, aunque principalmente enmendó aquella parte que difundía ciertas creencias ocultas. La Inquisición se ocupaba de vigilar muy de cerca esos libros de arte adivinatoria, obras que se entendían como heréticas y que podían poner en riesgo el control ideológico que  se pretendía ejercer sobre el pueblo. A López de Hoyos, en consonancia con una de las reglas del nuevo Índice que se estaba preparando (el decretado por Quiroga y que aparecería finalmente en 1583, una fecha muy próxima a la salida de esta Segunda parte de Straparola) le preocupaba mucho más las partes tocantes a las “ocultas filosofías”
de la traducción que esos otros episodios novelescos de la primera que tanto enojaron a Amezúa.
     Además de las palabras justificativas de su labor como traductor, que concluyen con una moralina final con la que trataría de congraciarse con los censores, cuya aprobación, con expurgaciones, ya habrían otorgado, Truchado (en Straparola, 1580: 5v-6) rebasó los límites de su quehacer al admitir que se atrevió “a hermosear este honesto entretenimiento con estos últimos y ajenos versos de divino juicio compuestos”. La lectura de estas rimas incluidas hizo levantar quejas a Menéndez Pelayo (1943 [1910]: 40, n. 1), que los tachó de “detestables”, porque “los enigmas del original [...] ofrecen casi siempre un sentido licencioso” que Truchado nunca trató de captar. Esta idea del traductor convertido en reescritor sugiere que en ocasiones tales intérpretes alteraron a capricho, y sin la necesidad de
advertirlo, diferentes partes del original, sustituyéndolas por episodios sacados de su inventiva. Será el aragonés Jerónimo de Mondragón quien evidencie hasta qué punto un traductor podía tomar una obra no para traducirla, sino para recrearla."

DAVID GONZÁLEZ RAMÍREZ

 Fuente: Páginas -1225-1227 de ARBOR, vol. 187 752 noviembre-diciembre [2011]. ISSN: 0210-1963. Acceso al artículo completo de David González Ramírez