REVISTA DE PRENSA: ENTREVISTA A SALVADOR COMPÁN, QUIEN HACE DE ÚBEDA Y BAEZA LOS ESPACIOS DE SU NUEVA NOVELA



SALVADOR COMPÁN. ESCRITOR

"Los adolescentes de los 70 no tuvimos herramientas para comprender la vida"

  • Presenta hoy en el Palacio de Bibataubín su novela 'El hoy es malo, pero el mañana es mío'. Está ambientada en un pueblo imaginario de Jaén, Daza, acrónimo de Úbeda y Baeza



El autor refleja en su última novela paisajes y personajes 'reconocibles'.El autor refleja en su última novela paisajes y personajes 'reconocibles'.
El autor refleja en su última novela paisajes y personajes 'reconocibles'. O. BARRIONUEVO



El hoy es malo, pero el mañana es mío. Así se titula la séptima novela de Salvador Compán, jienense que se licenció en Filología por la Universidad de Granada y que ha impartido clases en institutos de Laredo, Ibiza y Bruselas. También dio clase como catedrático en el Instituto San Isidoro de Sevilla. Ahora está jubilado y dedica la mayor parte de su tiempo a leer y escribir. Esta novela que se presenta hoy, martes, en el Palacio de Bibataubín a las ocho de la tarde, está ambientada en un pueblo imaginario de Jaén, Daza, acrónimo compuesto con las palabras Úbeda y Baeza y, en consecuencia, en un espacio narrativo que viene a ser una fusión física de ambas (dos localidades muy próximas que podrían ser una sola ciudad bipolar). Transcurre entre 1936, al comienzo de la Guerra Civil, y 1966, año en que se intentó celebrar en la localidad un homenaje, del todo fallido, a Antonio Machado.
-¿Qué hay de autobiográfico en esta última novela?
-Siempre huyo de lo autobiográfico en mis novelas. La novela es un mundo aparte, lleno de vidas muy superiores a la del autor. Sin embargo, en El hoy es malo pero el mañana es mío escribí sobre los años sesenta, sobre adolescentes empequeñecidos por la cultura cojitranca de la dictadura, e inevitablemente mi experiencia vivida en aquellos años pidió su lugar en el relato.
-Ha elegido Úbeda y Baeza como escenario en el que montar su historia, pero las ha hecho una sola ciudad.
-Coloco a mis personajes en escenarios que conozco. Pero lo que me interesa es su calado humano, sus contradicciones, su psicología, su reacción ante los hechos. Por eso, la novela podría haber transcurrido en cualquier otro lugar. Sin embargo, la belleza de Úbeda y Baeza es un milagro, y un magnífico sitio para que vivan mis personajes.
-¿Quiere dar un mensaje concreto con su novela?
-La opresión y la anemia de la posguerra tuvieron portillos de salida. Los territorios más nobles o más humanos de las personas -el amor o la pintura- supusieron bocanadas de luz. Mi protagonista, un vencido de la guerra, que pierde hasta su identidad para salvarse, sabe por qué he dicho lo que acabo de decir.
-Hay una novela gráfica que dibuja el protagonista para contar su vida, ¿cómo la integra en su relato?
-Mi novela la cuenta en primera persona un adolescente, alumno de dibujo del protagonista. A su vez, también en primera persona, el protagonista cuenta su vida dibujándola en una novela gráfica. Las dos historias se suman en una sola. Las viñetas suponen poner una lupa sobre hechos esenciales, agrandarlos para mirarlos con la intensidad que se mira una imagen fija. La portada de la novela es una viñeta de esa novela gráfica y las otras cinco, que encabezan cada uno de los capítulos, también. Por eso, no son ilustraciones, son materia narrativa, nacen del mismo relato, las dibuja el protagonista y las aprovecha el narrador para armar su relato.
-Hablemos de dos mujeres inquietantes: la adolescente Clara y una fascinante mujer casada, la hermosa Rosa Teba. ¿Qué papel hacen en la novela?
-La primera, un amor adolescente, es la memoria enquistada, una idealización que conserva como un talismán el protagonista. La segunda, es una mujer, inteligente y rebelde, que acaba dominando toda la historia, que acaba resolviéndola.
-¿Cómo recuerda su pasado?
-Mi adolescencia la recuerdo como en parte robada. Tuvimos una educación sentimental, hecha con dogmas y no con ideas, con imposiciones y con un pensamiento que era único, escaso y rancio. Hasta las palabras esenciales estaban corrompidas. No tuvimos herramientas para aprender la vida.
-¿Cree que los pasados hay que removerlos?
-El pasado es una biblioteca. Hay que consultarla para aprender errores y aciertos. Claro que sí que hay que remover el pasado y, en lo posible, enderezar sus torceduras. La Guerra Civil no acabará del todo hasta que no pongamos a los vencidos a la altura de su dignidad, la que les negaron sistemáticamente los vencedores.
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