EL ENCARGO
Jamás hubo un encargo más sutil
y más poético, que aquel que hiciera
-con las lluvias de abril del novecientos trece
en los alegres campos de Baeza-
a Palacio, su buen amigo
-solo, triste, cansado,… el poeta-,
para subirle lirios y tempraneras rosas
al alto Espino, en soriana tierra.
Salvador García Ramírez
Agosto de 2020