https://youtu.be/NMtLaCG8tY0?si=dOytZsdolP4uzTnD
Alonso de Bonilla y Garzón
Bonilla y Garzón, Alonso de. Baeza (Jaén), c. 1570 – 17.V.1642. Platero, comerciante y poeta.
ComerciantePlateroPoeta, tisa
Biografía
Gozó de una buena posición económica, ya que, a su profesión de platero, se unían actividades comerciales con lanas y vinos, lo que le permitió, según está documentado, tener “buenas casas, con huerta y bodegas valiosas [...] cuadros de pintura de mucha estima, que todo demuestra que vive con descanso”.
El 7 de mayo de 1592 contrajo matrimonio en Córdoba con Marina de la Cruz, con la que tuvo cuatro hijos, siendo el mayor el sacerdote y también poeta Andrés de Bonilla Calderón, bautizado en la catedral de Córdoba el 27 de agosto de 1595, actuando como padrino el racionero de dicha catedral Pablo de Céspedes, afamado pintor y poeta.
Alonso de Bonilla desarrolló su actividad profesional de platero en su ciudad natal y alrededores, así como en otros puntos de Andalucía. Según investigaciones recientes, están documentadas varias actuaciones en la vecina Úbeda y en la población sevillana de Guadalcanal. No obstante, la fama se la debe a su amplia y valiosa producción poética, siendo uno de los iniciadores, junto al segoviano Alonso de Ledesma, del conceptismo, movimiento artístico que tan granados éxitos cosechó a lo largo del siglo XVII. A pesar de que hay poemas suyos en obras de otros autores de la época y, por otra parte, son muchas las antologías poéticas, desde el siglo XVIII hasta la actualidad, que recogen composiciones de Alonso de Bonilla, ha permanecido durante bastante tiempo un tanto marginado por la crítica especializada; recientemente, los estudios de Inés María López Sanabria y, especialmente, del profesor Dámaso Chicharro, han contribuido a encuadrar su figura en el lugar que le corresponde dentro del panorama literario español de la época; sin olvidar las aportaciones del investigador Enrique Toral a la hora de esclarecer algunos aspectos biográficos del autor. Su poesía, formada por tres obras mayores (Peregrinos pensamientos de misterios divinos, 1614; Nuevo jardín de flores divinas, 1617, y Nombres y atributos de la Virgen María, 1624), varios opúsculos (uno de ellos conoció hasta diez ediciones) y composiciones diseminadas por obras de otros autores, es predominantemente de temática religiosa; siendo clara la impronta del movimiento contrarreformista que imperaba en la sociedad española del momento. Participó, con más que notable éxito, en varios certámenes poéticos, como los celebrados en Córdoba (1614), Toledo (1617), Baeza (1618), Sevilla (1623), Andújar (1627 y 1633) y Martos (1640). La justa poética de 1618 formó parte de las fiestas organizadas por la Universidad de Baeza en honor de la Inmaculada Concepción, una muestra más de tema mariano, al que dedicó gran parte de su producción poética. Aparte de lo anterior, la relación con esta institución docente queda patente en el hecho significativo de que fue el propio centro universitario el que se hizo cargo de los gastos del entierro del poeta, que tuvo lugar el 18 de mayo de 1642, según consta en el archivo parroquial de El Salvador de Baeza. Así pues, aunque no hay constancia expresa al respecto, los datos precedentes han llevado a pensar que pasó por las aulas de la universidad baezana. Gozó de gran estima en su tiempo, como lo certifican los elogios de que fue objeto por parte de Lope de Vega en La Filomena (Madrid, 1621) y en el Laurel de Apolo (Madrid, 1630), así como en las aprobaciones que el mismo autor madrileño suscribió para dos obras de Bonilla: Nuevo jardín de flores divinas (1617) y Nombres y atributos de la Virgen María (1624). En cuanto a la ubicación de la obra de Bonilla en el contexto de la lírica española de su tiempo, el profesor Chicharro la presenta como un claro ejemplo de evolución desde el Manierismo al Barroco. Rasgos claramente manieristas son la estructuración abierta de las obras, lo que sugiere más virtualidades al lector, así como la veta platónico-pitagórica de la que se pueden encontrar ejemplos verdaderamente antológicos. Por su parte, la orientación conceptista del autor está patente ya desde los mismos prólogos de sus libros, donde abundan términos suficientemente reveladores al respecto, como “artificio”, “ingenio”, “conceptos”, “pensamiento”..., que se explicitan luego en la práctica con formulaciones sentenciosas, desarrollos silogísticos, afán retórico, formulaciones hiperbólicas y distorsionadoras...; todo ello como procedimiento para ofrecer ideas conceptuosas que sorprendan y asombren al lector. Su poesía, en definitiva, recorre un camino que va desde la aceptación de formas ya aclimatadas en el Renacimiento hasta otras de pura raigambre barroca. La particularidad que presenta con respecto al otro precursor del conceptismo es que, mientras que Alonso de Ledesma apenas logra salirse de los metros tradicionales, él, aunque no desecha esta corriente, en la que consigue cotas elevadísimas de expresión poética, utiliza con más profusión los metros italianos, marcando una línea que explotarían los grandes genios del Barroco.