BAEZA EN UN POEMA DE JORGE MANRIQUE
COPLAS A UNA DEUDA QUE TENÍA EMPEÑADO UN BRIAL EN LA
TABERNA
Hanme dicho que s’atreve
una
dueña a decir mal,
y
he sabido cómo bebe
continuo
sobre (1) un brial (2);
y aun bebe de tal manera 5
que,
siendo de terciopelo,
me
dicen que a chico vuelo (3)
será
de la tabernera.
Está como un serafín
diziendo
ya: “¡Oxallá 10
estuviesse
San Martín (4)
adonde
mi casa está!”
De Valdeiglesias s’entiende
esta
petición, y gana
por
ser d’allí perrochana (5), 15
pues
que tal vino se vende.
Y reza cada día,
esta
devota señora,
esta
santa letanía,
que
pornemos aquí agora, 20
(en medio del suelo duro
hincados
los sus hinojos,
llorando
de los sus ojos
de
beber el vino puro:)
“¡O, Beata Madrigal, 25
ora pro nobis a Dios!”
“¡O,
Santa Villa Real,
señora,
ruega por nos!”
“¡Santo Yepes, Santa Coca
rogad
por nos al señor, 30
porque
de (6) vuestro dulçor
no
fallezca (7) a la mi boca!”
“¡Santo Luque, yo te pido
que
ruegues a Dios por mí,
y
no pongas en olvido 35
de
me dar vino de ti!”
“¡O tú, Baeça beata,
Úbeda,
santa bendita,
este
desseo me quita
del
torontés (8), que me mata!” 40
(1) sobre, ‘con la garantía de’.
(2) brial,
‘túnica de tela
rica’.
(3) a
chico vuelo, frase hecha
para significar ‘muy pronto’, ‘a escape’.
(4) San
Martín de Valdeiglesias, localidad
situada al SO de Madrid, famosa por sus vinos. Igualmente lo son los otros
nombres geográficos que va enumerando luego –Madrigal, Villa (ahora Ciudad)
Real, Yepes, Coca, Luque, Baeza, Úbeda-. Como la villa madrileña está dedicada
a un santo, de ahí parte para iniciar humorísticamente una letanía religiosa
añadiendo a los otros nombres una calificación reverencial.
(5) perrochana,
‘parroquiana’.
(6) de,
con sentido
partitivo.
(7) fallezca, ‘falte’.
(8) torontés, ‘uva muy dulce propia para vino’. Debe decir
torrontés. Corominas relaciona esta
palabra con el portugués terrantes,
‘propio del país’, y se aplica a la uva de la que se obtiene el vino de Oporto.
“Bebeta, que torrontés parece”. La lozana
andaluza, mamotreto, XIII.
***
Sabemos que Jorge Manrique es un claro ejemplo de escritor reconocido que ha pasado a la historia de la literatura española habiendo creado una obra bastante breve. Aunque es probable que se haya perdido parte de lo que escribiera, lo cierto es que ha llegado hasta nosotros un número escaso de composiciones, 49 poemas, poco más de 2300 versos, y es, fundamentalmente, por sus Coplas a la muerte de su padre, por lo que se ha convertido en todo un clásico de nuestra historia literaria. De estos 49 poemas, la gran mayoría, 44, es poesía amorosa; de carácter burlesco son 3 obrillas, 169 versos en total, y de carácter moral las 40 coplas dobles de pie quebrado a la muerte de su padre, 480 versos. También sabemos que, por pertenecer a una de las más importantes familias castellanas de su tiempo, el antiguo y poderoso linaje de los Lara, y en momentos especialmente convulsos de la segunda mitad del siglo XV, participó en las feroces luchas nobiliarias por el poder, lo que unido a sus cualidades literarias lo convierten en claro ejemplo del ideal caballeresco que aúna las armas y las letras, “de suerte que con la espada y con la pluma se supo hacer una estimación muy señalada” (Luis de Salazar. Historia genealógica de la Casa de Lara), aunque siempre fue más un guerrero que un escritor, pues la guerra está imbricada en la naturaleza del señor medieval para poder preservar su señorío y obtener puesto propio en la escala social de la nobleza como él mismo consiguió pronto gracias a sus méritos contraídos por hechos de armas: caballero santiaguista trece y comendador de Montizón. En la sociedad feudal lo militar es el rasgo esencial de la nobleza, la clase dominante a la que pertenecía Manrique.
Acerca de cuestiones biográficas se conocen algunos datos, escasos y referidos a su vida pública antes que a la privada, ya que los cronistas solo se ocupaban de los segundones de los linajes cuando destacaban por alguna acción relevante ejecutando personalmente alguna hazaña en la guerra o recibe alguna donación real y él fue el cuarto de una larga lista de hermanos ya que su padre tuvo hijos de tres matrimonios y algunos más fuera de ellos. Precisamente por eso está bien documentada su muerte ocurrida en Santa María del Campo (Cuenca) el 24 de abril de 1479 en un ataque al castillo de Garcimuñoz, porque fue un hecho de armas y no su nacimiento (¿? 1440).
Gracias a estas referencias de los cronistas y a sus relaciones familiares conocemos su íntima vinculación con la actual provincia de Jaén ya desde su nacimiento que fue con toda probabilidad en Segura de la Sierra, cabeza de la encomienda que administraba su padre, el maestre Rodrigo Manrique. Pasó su infancia entre Segura y Siles, y su madre, doña Mencía de Figueroa, prima hermana del marqués de Santillana, era natural de Beas de Segura. Asimismo lo encontraremos en la toma de Sabiote (1473) y sobre todo en un desgraciado suceso de graves consecuencias para él que tuvo lugar en Baeza en el año 1477, por entonces la ciudad más importante del alto Guadalquivir y envuelta desde principios de siglo en constantes luchas nobiliarias por su control entre las familias de los Benavides y la de los Carvajales. En ese belicoso contexto en el que los Reyes Católicos están asentando el poder real sometiendo a la poderosa nobleza encomiendan el control de la ciudad al Conde de Cabra que, por ser parte del conflicto, resuelve con la intervención de su hijo don Diego, mariscal de Castilla, desterrar a los Benavides, parientes y aliados de los Manrique. Esto provocó que Jorge Manrique acudiera en su auxilio entrando militarmente en la ciudad para apoderarse de ella el 28 de abril de 1477 pero sufrieron una severa derrota en la que murió su hermano Rodrigo y él fue hecho prisionero. Fue un hecho especialmente grave porque Baeza estaba gobernada en nombre de los reyes y fue acusado de desacato. Después de su liberación colgó un cartel de desafío contra cualquiera que sostuviese esa acusación pues defendía que el asalto a Baeza no iba dirigido contra los reyes, sino a conseguir que los Benavides pudieran volver a su ciudad y vivir en sus casas. Pasado el plazo de treinta días en los que se obligó a permanecer en la corte en espera de que apareciese algún acusador, los reyes lo declararon “libre y quito e salvo de lo contra vos ynpuesto…” recuperando el favor real. Dentro de aquel contexto de orgullo nobiliario, no extraña el lema que adoptó “ni miento ni me arrepiento”. Los lazos familiares de los Manrique y los Benavides se mantuvieron con el casamiento de los dos hijos que nuestro escritor había tenido de su matrimonio con Guiomar de Castañeda, Luis y Luisa Manrique, con sendos hijos de Juan Alonso de Benavides. De ahí que uno de los monumentos más importantes de Baeza, el Palacio de Jabalquinto, de espectacular fachada isabelina, mandado construir por éste, luzca entre los diversos escudos familiares el de los Manrique.
No resulta extraño, pues, que Baeza aparezca citada en la corta producción literaria de Jorge Manrique, uniéndose así a muchos de los más grandes escritores españoles de todos los tiempos que han manifestado alguna vinculación, como San Juan de la Cruz, Miguel de Cervantes o Antonio Machado, entre otros muchos que fácilmente se pueden encontrar en BAEZA LITERARIA.
Con respecto al poema que traemos aquí, Coplas a una deuda que tenía empeñado un brial en la taberna, de tema burlesco, es el segundo de los tres que compuso y el que más fortuna obtuvo, probablemente por el tema tratado. El poeta se refiere a una mujer borracha que empeña su valioso manto o brial para poder seguir bebiendo y le da pie para hacer una auténtica romería del vino enumerando humorísticamente una serie de localidades famosas por sus vinos con calificativos religiosos: San Martín de Valdeiglesias, Madrigal, Ciudad Real, Yepes, Coca, Luque, Baeza y Úbeda. Demuestra Jorge Manrique buen humor y un excelente conocimiento de los vinos castellanos de la época que seguramente debió tomar con asiduidad y en buenas cantidades, según la maliciosa alusión que encontramos en las Coplas del Provincial donde se dice de nuestro autor “este doncel (…) es dispuesto para pozo / para enfriar vino en él”. Hay que tener en cuenta que el siglo XV, por la tensión política e inestabilidad, fue un época propicia para el florecimiento de la burla y de la sátira, no solo política sino también personal, como encontramos sobradamente en las Coplas del Provincial donde los personajes de la nobleza de su tiempo son citados por su nombre y tratados difamatoriamente sin piedad alguna, con procacidad y cinismo donde no son extraños asuntos como el adulterio, la sodomía, los cuernos o la prostitución de las damas. En ese contexto Jorge Manrique también cultivó la poesía de burlas pero, como se comprueba fácilmente en el poema que nos ocupa, con un tono desenfadado y sin llegar nunca a constituir una sátira feroz.
Formalmente, el poema está constituido por 40 versos octosílabos de rima consonante, en cinco agrupaciones formadas por una cuarteta y una redondilla cada una de ellas. Esta estructura métrica, por la sonoridad de la rima consonante y la agilidad del verso de arte menor, se adapta perfectamente al tono desenfadado de la composición y hacen de su lectura, -junto a las oportunas notas aclaratorias al pie de la edición de la que lo extraemos- una agradable experiencia que merecía la pena divulgar en este blog especializado.
ROGELIO CHICHARRO CHAMORRO
Licenciado
en Filología Hispánica
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MANRIQUE, Jorge. Poesía (Edición de Jesús-Manuel Alda Tesán). Madrid, Editorial Cátedra, 1985, pp. 142-143. Col. Letras Hispánicas.
Fuente de la fotografía: https://www2.ual.es/ideimand/palacio-de-jabalquinto-baeza-jaen/