44. Residía también a la sazón en Madrid el duque de Sesa, después de
haber sido virrey de Sicilia; y a nombre y por parte de Cervantes le
suplicaron sus parientes les diese un certificado de los méritos y
servicios que había
contraído en Italia y en las expediciones mencionadas, respecto a haber
perdido, cuando le cautivaron, los despachos que traía para solicitar
del Rey alguna gracia. El duque, a quien constaba la verdad de todo,
expidió desde luego, con fecha de 25 de julio del mismo año, una
certificación muy expresiva, sellada con sus armas y refrendada por su
secretario, en que citando sumariamente los méritos de Cervantes,
concluye con que era digno de que S. M. le hiciese toda merced para su
rescate.
45. Este era el objeto de los afanes y solicitudes de sus padres, y para
cuyo logro procuraban unos testimonios tan autorizados. Pero habiendo
fallecido entonces Rodrigo de Cervantes sin el consuelo de ver a su hijo
en libertad, se difirió el despacho de la pretensión más de lo que se
quería y era necesario. Entre tanto se dispusieron para ir a Argel al
rescate de cautivos por orden de Felipe II, de su consejo Real y de los
superiores de la religión de la santísima Trinidad el R. P. Fr. Juan Gil, procurador general de aquella orden, y redentor por la corona de Castilla, y el P. Fr.
Antonio de la Bella, ministro de la casa de Baeza; a los cuales se
presentaron en 31 de julio de 1579 Doña Leonor de Cortinas, ya viuda, y
Doña Andrea de Cervantes su hija, vecinas de Alcalá y residentes en
Madrid, para entregarles trescientos
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ducados, los doscientos cincuenta de la primera, y los cincuenta
de la segunda, para ayuda del rescate de Miguel su hijo y hermano.
46. Para acrecentar esta cantidad continuó después Doña Leonor de
Cortinas las diligencias que había meditado su marido, y dirigió al Rey
una súplica, apoyada con la información judicial y la certificación del
duque de Sesa, para que S. M.
en consideración a los méritos de su hijo y a la pobreza en que ella
estaba, le concediese algún arbitrio o gracia para rescatarle. Atendió
el Rey a esta instancia, concediendo a Doña Leonor en 17 de enero de
1580 permiso para que del reino de Valencia se pudiese llevar a Argel
dos mil ducados de mercaderías no prohibidas, con tal que su beneficio e
interés sirviese para el rescate de su hijo; pero fue tal la mala
suerte de esta familia, que no llegó a tener efecto esta gracia, porque
tratando de beneficiarla, no daban por ella sino sesenta ducados.
47. Entre tanto los padres redentores emprendieron su viaje a Argel, adonde llegaron el 29 de mayo de 1580, día de la santísima Trinidad, y empezaron a tratar desde luego del rescate de los cautivos. La dificultad que tuvieron en el de Cervantes les retardó algún tiempo, porque el Rey pedía por él mil escudos para doblar el precio en que le había comprado, y amenazaba que si no le aprontaban esta cantidad le llevaría consigo a Constantinopla. Había Azan finalizado su gobierno, que por orden del Gran Turco entregó a Jafer-bajá, e iba a partir para aquella capital con cuatro bajeles suyos y de su chaya o mayordomo, armados todos con esclavos y renegados propios, llevando además la escolta de otros siete buques que regresaban a Turquía, y ya tenía a bordo a Cervantes, asegurado con grillos y cadenas. Compadecido el -pág. 51- P. Gil de su situación, y temiendo se perdiese para siempre la ocasión de lograr su libertad, rogó e instó con la mayor eficacia hasta conseguir rescatarle en quinientos escudos de oro en oro de España, buscando para ello dinero prestado entre los mercaderes, y aplicándole varias cantidades de la redención y de las limosnas particulares hasta completar aquella suma. Concluido este concierto, y gratificados con nueve doblas los oficiales de la galera por sus derechos, fue desembarcado Cervantes el 19 de setiembre en el momento mismo en que dio la vela Azan Agá para su destino.
http://www.lluisvives.com/servlet/SirveObras/cerv/12604733118045969643624/p0000001.htm
47. Entre tanto los padres redentores emprendieron su viaje a Argel, adonde llegaron el 29 de mayo de 1580, día de la santísima Trinidad, y empezaron a tratar desde luego del rescate de los cautivos. La dificultad que tuvieron en el de Cervantes les retardó algún tiempo, porque el Rey pedía por él mil escudos para doblar el precio en que le había comprado, y amenazaba que si no le aprontaban esta cantidad le llevaría consigo a Constantinopla. Había Azan finalizado su gobierno, que por orden del Gran Turco entregó a Jafer-bajá, e iba a partir para aquella capital con cuatro bajeles suyos y de su chaya o mayordomo, armados todos con esclavos y renegados propios, llevando además la escolta de otros siete buques que regresaban a Turquía, y ya tenía a bordo a Cervantes, asegurado con grillos y cadenas. Compadecido el -pág. 51- P. Gil de su situación, y temiendo se perdiese para siempre la ocasión de lograr su libertad, rogó e instó con la mayor eficacia hasta conseguir rescatarle en quinientos escudos de oro en oro de España, buscando para ello dinero prestado entre los mercaderes, y aplicándole varias cantidades de la redención y de las limosnas particulares hasta completar aquella suma. Concluido este concierto, y gratificados con nueve doblas los oficiales de la galera por sus derechos, fue desembarcado Cervantes el 19 de setiembre en el momento mismo en que dio la vela Azan Agá para su destino.
http://www.lluisvives.com/servlet/SirveObras/cerv/12604733118045969643624/p0000001.htm