Dolores Rincón, filóloga: “San Juan de Ávila es un personaje fundamental en la historia universitaria de la provincia”
Fecha Publicación:
21/05/2013
La
filóloga de la Universidad de Jaén María Dolores Rincón forma parte del
Grupo Humanismo Giennense y ha estudiado durante más trece años la vida
y obra de San Juan de Ávila, uno de los personajes más importantes del
Siglo XVI. Se le reconocía como el predicador de Andalucía y fue uno de
los principales responsables del desarrollo universitario en la
provincia de Jaén.
¿Cuáles fueron los primeros pasos que dio San Juan de Ávila para el desarrollo universitario de la provincia de Jaén?
La obra de San Juan de Ávila más querida para él fue sin lugar a
dudas la Universidad de Baeza, que se crea en la primera mitad del XVI y
que ha estado vigente hasta mediados del XIX. Él estaba en Granada
cuando el clérigo Rodrigo López decide crear una fundación de enseñanza.
Esta misión le es encomendada al Maestro Ávila, que marchó entonces a
Baeza y creó una escuela de doctrinos para recoger niños y niñas que
estaban en la calle y enseñarles a leer y a escribir. Se les enseñaba
también la doctrina cristina y se los preparaba para un oficio.
Posteriormente buscaban a alguien o algún lugar en el que pudieran
ejercer ese oficio. Esto es lo que el Maestro Ávila empezó haciendo, y
con el tiempo de aquellas escuelas surgirían lo que acabó convirtiéndose
en una Universidad.
Gracias a su vida y obra San Juan de Ávila es uno de los personajes clave de la primera mitad del XVI ¿Qué clase de persona era?
Creo que debía de ser un hombre serio. Los que lo hemos estudiado
lo conocemos a través de los textos, los suyos propios y los que se han
escrito sobre él. A veces algunos de estos textos dejan ver unas
entrelíneas que hay que interpretar como gestos. Él hablado mucho con
sus discípulos, los animaba, los motivaba, le gustaba conocerlos y
orientarlos en función de sus capacidades. Tenía mucha humanidad. En
definitiva, era un hombre práctico y auténtico. Vivía la religión desde
la experiencia, era un cristiano de vivencia. Tenía una gran formación y
fue un reformador.
De Juan de Ávila solía decirse que ‘tenía raza’, lo que en
el siglo XVI significaba que tenías antepasados judío-conversos, una
circunstancia que en aquella época podía traer muchos problemas, ¿tuvo
el Maestro algún problema en este sentido?
Él era hijo de un padre judío-converso, esto le afectó mucho desde
luego. No pudo embarcarse hacia la India tal y como era su deseo porque
para ir era necesario tener pureza de sangre hasta cuatro generaciones
atrás. Los judío-conversos sufrían una terrible persecución en esta
época.
¿Fue esa la razón por la que fue encarcelado por Inquisición?
El Maestro de Ávila se encontraba predicando en Écija. En Sevilla
había un movimiento luterano muy fuerte y él cayó bajo sospecha.
Testificaron que había defendido a los judíos conversos y que había
hablado sobre temas heterodoxos. Por eso sufrió cárcel de la Inquisición
durante más de dos años. Pero salió sin ningún tipo de mancha y se
aceptó que no había cometido falta. No obstante, esa seña la tuvo
siempre y la tuvieron también sus discípulos.
San Juan de Ávila recibió el año pasado el título de Doctor
de la Iglesia, un mérito concedió por el Papa a los grandes maestros de
a fe, ¿qué significa exactamente esta mención?
Es muy poca la gente que ha conseguido este título. Sólo 35
personas en toda la historia, y de ellas sólo cuatro españoles. Él es el
último que ha recibido esta mención del Papa, anteriormente también lo
hicieron San Isidoro de Sevilla, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de
Jesús. Para conseguir el título es necesario ser un gran difusor y sobre
todo tener una doctrina que tenga validez hoy, ayer y mañana. En mi
opinión la Iglesia ha sabido lo que el Maestro de Ávila significa como
humanista, que es la conjunción de lo que es la fe y lo que es la
ciencia.
En este sentido, ¿Qué relevancia tiene este personaje más allá de la Iglesia?
San Juan de Ávila ha sido muy mal tratado desde el ámbito
académico. Ha estado siempre tan acaparado por el sector eclesiástico
que se ha dejado un poco de lado la figura que fue como humanista, y sin
embargo es un personaje clave para entender la primera mitad del siglo
XVI. Él nace como humanista erasmista, vinculado también a la reforma
Franciscana, pero era sobre todo un hombre muy en contacto con la
realidad y muy relacionado con la problemática social de la época. En
los Memoriales de Trento él se adelanta a lo que podríamos considerar la
ONU o algo por el estilo y plantea un tribunal internacional para
mediar en los conflictos entre príncipes. Por otro lado, con la escuela
de doctrinos ejerce una reforma de la educación no universitaria.
En esta faceta, más práctica y menos teórica de Juan de Ávila, ¿qué destacaría?
Era un sabio del renacimiento. Domingo de Soto decía de él que la
ciencia española había perdido un gran bastión. San Juan de Ávila
inventaba ingenios para extraer agua y hacía trabajos tecnológicos
cuando este tipo de trabajos no correspondían a la posición que él
tenía. Tuvo además una secuela de discípulos que continuaron con el tema
de la ingeniería siguiendo su consejo. El Maestro de Ávila era en
definitiva un hombre muy práctico que siempre aplicaba el conocimiento a
la vida cotidiana.
Autor: Gabinete de Comunicación de la UJA (G.P.C.)
Fuente: http://diariodigital.ujaen.es/node/35070