FIRMA INVITADA: JOSÉ LUIS CHICHARRO



LOS COLORES DEL AYUNTAMIENTO  DE BAEZA
(ANTIGUA CÁRCEL Y CASA DE CORREGIDORES, SIGLO XVI)

 Si nos damos una vuelta por el Prado de la Cárcel y observamos la fachada del Ayuntamiento restaurada podemos comprobar que algunos relieves escultóricos aparecen sutilmente pintados. Para muchos seguramente será una sorpresa pero la realidad es que este edificio emblemático tenía policromados sus elementos decorativos.
            La Cárcel y Casa de Corregidores de Baeza, obra del siglo XVI,  desde antiguo había sido reconocida en sus valores plásticos y arquitectónicos. Sin embargo en las diversas descripciones que a lo largo del tiempo se han hecho de la misma no se había reparado en la existencia del color. Sí lo hizo en 1982 José Molina Hipólito en su Guía de Baeza, pues al referirse al escudo real apuntaba que tenía restos de policromía. No obstante, he podido comprobar y fotografiar que quedan sutiles pigmentos en una gran cantidad de elementos, sobre todo de verde, pero también de rojos y según me dice la restauradora Teresa López Obregón -que ha llevado a cabo la intervención con pigmentos al silicato- hay oros, azules y negros, en este caso para los fondos de las epigrafías. Aparecen los colores en las cariátides, en los grutescos, en la cornisa, en las figuras antropomorfas que sujetan la cartela e incluso en algunas  tejas de la cornisa. Esto es relevante por su perdurabilidad teniendo en cuenta que estamos en el exterior. Ya utilizó Vandelvira la policromía en San Francisco como todavía lo podemos apreciar. En este caso en los relieves de la Adoración de los pastores, en el de la Epifanía o en el gran escudo de don Diego Valencia de Benavides sostenido por dos tenantes romanos. Éstos fueron pintados para el retablo que iba a estar en el interior pero ya desde el siglo XIX se encuentran a la intemperie. Creo que podemos iniciar una nueva manera de ver las obras de Vandelvira porque no es sólo en este edificio donde el color está presente. Además el arquitecto -sin duda- es el responsable  integral de la obra como lo indicaba el tratadista italiano de la arquitectura, Sebastián Serlio. En la edición de su tratado publicada en Toledo el año 1552 afirmaba: “…que el arquitecto, no solamente debe ser curioso en los ornamentos que han de ser de piedra y mármol, pero también lo debe ser en la obra y pintura de pincel para adornar las paredes y otras partes de los edificios, y, principalmente, le conviene ser, él mismo, ordenador de todo, como superior de todo lo que se haya de hacer en las obras…” Los colores tenían, como se ha dicho para el caso de Trujillo, no sólo la misión estética, sino también “la utilidad de servir como barniz transpirable y protector de materiales pétreos, de madera o ladrillo”.
El caso de la policromía que nos ocupa no es una excepción en el panorama artístico de los siglos XV y XVI. Todo lo contrario y poco a poco en diversas ciudades van apareciendo tímidos estudios que lo ponen de manifiesto. Así para las portadas de la catedral de Sevilla, para numerosos edificios de Trujillo, Granada, Antequera, etc. 
            Consecuentemente, la policromía -aunque oxidada y contaminada- forma parte indivisible del bien cultural. Es preciso que se tenga en cuenta siempre antes de una intervención, tanto para documentarla como para conservarla, y que no ocurra lo que acaba de pasar en las antiguas carnicerías de Écija (edificio coetáneo de nuestro ayuntamiento) que las han dejado limpias como una patena: han perdido la pátina del tiempo.
Por ello, cuando paseemos por el Prado de la Cárcel a las horas doradas de la tarde podremos disfrutar de esta recuperación parcial y evocar -o mejor elucubrar- cómo debía ser el conjunto decorativo polícromo que vieron nuestros mayores.
             
JOSÉ LUIS CHICHARRO CHAMORRO