PABLO DE OLAVIDE (Lima, 1725 - Baeza, 1803), 'EL ZELOSO BURLADO' (VV.1-442)


El Zeloso Burlado
Zarzuela en un acto


INTERLOCUTORES

                    
PEDRO,
caballeros de Madrid.
          
                    
CARLOS,
DON SIMÓN, tutor de Mariquita.
MARIQUITA.
GASPAR, amante de Mariquita.
NICOLASA, vieja criada de Don Simón.




El Teatro representa el Prado de Madrid, donde habrá mucha gente paseándose, y esperando la hora de ver los Fuegos, que se han de ejecutar en la Plazuela del Retiro.

Entre estas gentes estarán PEDRO, y CARLOS, que empiezan diciendo:

PEDRO
!Qué concurso tan lucido
          
se ve en este Prado!
CARLOS
Es que todos hacen hora
para ir después a Palacio,
y ver los Fuegos con que
5
la Villa obsequia a sus Amos. [2]
PEDRO
A lo grande del asunto
corresponde el aparato.
CARLOS
Ni cabe más lucimiento
ni hay motivo más sagrado.
10
PEDRO
Es verdad; pero también
confesad que, en placer tanto,
la voz del dolor se escucha
entre el rumor del aplauso.
CARLOS
Decís bien; ¿porque quién puede
15
haber visto los encantos,
las gracias, las perfecciones,
que pródigo el cielo ha dado
a la incomparable Luisa?
¿Quién puede saber que es pasmo
20
de talento, y discreción,
del natural más humano,
del genio más apacible,
y más benéficos rasgos;
sin sentir que tantas luces,
25
y tantas gracias, los hados
destinen para ilustrar
otro clima con sus rayos?
PEDRO
Ésta es, don Carlos, la suerte
de los buenos Soberanos:
30
nacen para ser señores,
y del Cielo destinados
para mandar a los hombres,
ellos mismos son esclavos.
Porque queriendo los Cielos
35
que sea su augusta mano
el medio por que a la tierra
desciendan los bienes altos,
que hacen los pueblos felices;
cumpliendo tan digno cargo,
40
sacrifican los afectos
más naturales, y santos;
como la patria, la sangre,
los paternales alagos,
y se van donde los llama
45
la dicha de los humanos. [3]
CARLOS
Es seguro; y del reinar
no es el menor embarazo.
Pero con su sacrificio
también es nuestro pongamos,
50
pues en pechos españoles,
tan idólatras vasallos,
que la sangre de sus Reyes
adoran apasionados,
no es poco dolor al ver
55
que un prodigioso milagro,
que idolatran reverentes,
para adornar Cielo estraño,
lo arrebaten de su seno,
donde ya lo habían gozado.
60
PEDRO
No tiene duda; y así,
mirad los rostros, y labios
de todo el concurso; oíd
sus gritos alborozados,
y veréis que entre su gozo
65
se miran indicios claros
de que tienen en el alma
los afectos encontrados;
que el júbilo, y el pesar
se están disputando el paso;
70
que se alegran de que el Cielo
le dé un destino tan alto;
pero que sienten privarse
de su belleza, y encantos.
Dichosos Pueblos, que tienen
75
tan amables Soberanos,
y Soberanos dichosos,
que tienen Pueblos tan gratos.
CARLOS
En efecto, nuestra historia
mostrará en sus bellos fastos
80
a los Reyes más ilustres,
y los más leales vasallos.
PEDRO
Pero decid, ¿no pensáis
que en tan amantes desmayos,
que a nuestros pechos rendidos
85
esta ausencia está causando,
habrá un dolor más vehemente, [4]
más natural, y más alto,
en fin, como que es paterno?
CARLOS
Ése es dolor tan sagrado,
90
que no se atreve el respeto
a penetrar el santuario;
a los Héroes tienen más
firmeza, y desembarazo.
PEDRO
Los Héroes más que los otros
95
padecen en estos casos;
por lo mismo que son Héroes,
son más sensibles, y humanos.
Y si el valor, y la gloria
tienen derechos hidalgos
100
también la naturaleza
tiene sus derechos tantos.
Y yo apostaré, que este Héroe,
que quando se vio atacado
súbitamente en Beletri,
105
mostró un valor tan bizarro,
y rechazó al enemigo
con pérdida de su campo;
este enemigo glorioso
que hoi con nosotros aliado
110
teje de eterna amistad
los indisolubles lazos;
que este Héroe, digo, en el arte
militar tan consumado,
que ha mostrado en los peligros
115
los combates, los embarcos,
un corazón generoso,
intrépido, y sosegado,
a quien todas las Naciones
de Héroe conceden el lauro;
120
apostaré, a decir vuelvo,
que quando llegare el caso
de que a la divina Luisa
dé los últimos abrazos,
sentirá su corazón,
125
y verá que no es de mármol.
CARLOS
¿Y quál será la ternura
de sus amables hermanos? [5]
PEDRO
Será grande; pero el Cielo
nuestra lealtad ha premiado,
130
queriendo afianzar la dicha
de tantos Reinos tan vastos,
con tanto Pimpollo Real,
que liberal nos ha dado.
Un Príncipe, que ya muestra
135
ser de su Padre el Retrato,
y obstenta tantas virtudes,
estando en tan tiernos años;
un Fernando, que ya hace
la dicha de sus estados.
140
Gabriel, Antonio y Xavier,
que parece que las manos
de las gracias los hicieron,
que excitan al amor tanto,
que solamente el respeto
145
intimida los alagos.
Y su hermana, en quien su trono
la virtud ha colocado;
todos dignos descendientes
del Tronco antiguo, y preclaro,
150
cuyos renuevos sus leyes
siempre al Universo han dado;
y ya en estas tiernas plantas
mira el Mundo muchos Amos.
CARLOS
Y lo que más lisonjea
155
a sus amantes vasallos
es ver que todos se crían
al lado de un Padre sabio,
distinguido por sus muchos
talentos extraordinarios,
160
y en el arte de Reinar
político consumado,
que con sus grandes exemplos
los extá siempre educando.
PEDRO
¿Y qué diréis de su Augusta
165
Abuela? ¿De aquel dechado
de talentos, y virtudes,
que ha estado al Mundo espantando
con sus heroicas acciones,
todo el curso de sus años?
170
[6]
Digna Madre del excelso
del Ilustre Soberano,
que es nuestra felicidad.
Heroína, que los extraños
respetan, que sus historias
175
ponen ya en lugar muy alto,
y que los siglos futuros
escucharán con espanto.
CARLOS
Verdaderamente, todos
han salido modelados
180
de este Tronco; y el amable
Infante don Luis, encanto,
y delicia de Madrid,
es tan noble, tan bizarro,
magnánimo, y generoso,
185
y junta con esto tanto
las calidades de dulce,
de mui afable y humano,
que es nuestro amor; ni es posible
conocerlo sin amarlo;
190
dichosa familia, en donde
cada Rama es un milagro.
PEDRO
Y más dichoso quien logra
tenerlos por Soberanos;
pero lo que en nuestra pena
195
debe por sin consolarnos,
es, que se alía con otra
familia de Héroes preclaros,
en quienes después de siglos
parece está vinculado
200
el Heroísmo con el Trono,
y el acierto con el mando.
Que va a hacer mui venturoso
con su hermosura, y su mano
al único que pudiera
205
merecerle los agrados:
a Leopoldo, a quien la fama
pregona con grito claro
heredero de las grandes
virtudes de sus pasados;
210
y que haviendo recogido
quanto a éstas han aumentado [7]
sus ilustres Padres, lleva
consigo exemplos más altos.
¿Qué no puede prometerse
215
de un Joven Héroe, criado
por mano de una Heroína,
que al mundo llena de pasmo?
¿Y qué esperar no debemos
(Si todo lo examinamos)
220
de los renuevos que al Mundo
darán dos amantes blandos,
que uno es hijo de Teresa,
y la otra es hija de Carlos?
La fortuna de los Pueblos
225
irán ambos propagando,
mientras hacen por sí mismos
la dicha de los toscanos.
CARLOS
Mil veces ellos felices,
que lograrán bienes tantos.
230
PEDRO
Parece que a aquel dichoso
terreno privilegiado
se le sonríe el destino,
y lo mira con alago.
Allí fue donde las Ciencias
235
dieron los primeros pasos.
Desde allí se difundieron,
y la Europa han ilustrado.
Su seno fue el dulce asilo
de aquellos primeros sabios,
240
que huyendo de la barbarie,
y de la Grecia desterrados,
se trageron sus talentos,
y las luces propagaron:
los Médicis, cuyo nombre
245
es en la Historia sagrado,
del sepulcro en que yacían,
las Ciencias resucitaron.
A ellos debe el Universo
de sus luces el estado.
250
¿Y quánto deberá el siglo
a los grandes Soberanos
que ahora le destina el Cielo?
¿Qué prodigios, qué milagros, [8]
no habrá, quando el Mundo vea
255
sobre aquel Trono sentados
los talentos, las virtudes,
las gracias, y los encantos?
CARLOS
Dichosa esfera, que logra
que la alumbren tales astros.
260
PEDRO
Dichoso también el mundo,
pues le alcanzarán sus rayos.
CARLOS
El Cielo premia a Luisa
con un destino tan alto.
PEDRO
Y las virtudes de la Austria
265
está ahora recompensando.
CARLOS
No huvo Esposa tan perfecta.
PEDRO
Ni quien la merezca tanto;
parece que esta mano hizo
el Cielo para esa mano.
270
CARLOS
Mucho pierde España, pues
pierde a dueño tan amado.
PEDRO
Es verdad; pero Alemania
merecía este regalo.
CARLOS
Que vivan, pues venturosos
275
los dos Esposos, logrando
que los prósperos destinos
dirijan sus muchos años.
PEDRO
Que vivan; y en la coyunda,
en que van a uncir sus manos,
280
el Cielo forme sus nudos,
y el amor preste sus lazos.
Pero, amigo, acia la fiesta
procuremos acercarnos.
CARLOS
Vamos; pero don Gaspar
285
acia acá viene llegando. [9]

(Sale GASPAR.)

GASPAR
Pues, Señores: ¿dónde vais?
CARLOS
A los Fuegos.
GASPAR
                      Es temprano,
y mientras se acerca la hora,
quisiera hablaros despacio.
290
PEDRO
Decid.
GASPAR
           Sabed, pues, que ha mucho
que a una hermosura idolatro,
que corresponde mi amor;
pero la sujeta tanto
un viejo tutor, que el verla
295
me cuesta dos mil trabajos.
Él es un pedante, que habla
con ripios y latinajos,
y él mismo se está creyendo
ser de las ciencias el Astro;
300
pero es ridículo, necio,
viejo, zeloso, y avaro;
que sujeta a Mariquita,
y siempre la está guardando
con una vieja criada,
305
que es peor que el mismo diablo;
la he dicho, que a toda costa,
por amenazas, o alagos,
procure, que su tutor
venga esta noche a Palacio,
310
y la traiga a ver los Fuegos.
Aquí la estoi esperando
para ver si encuentro el modo
de sacarla de sus manos.
A varios amigos míos
315
los tengo ya apalabrados
y espero favorezcáis
este empeño, en que me hallo.
CARLOS
Conmigo podéis contar.
PEDRO
A todo estoi preparado.
320
[10]
GASPAR
¡Quánto os estimo!... ¡Pero ai!,
que acia acá vienen llegando;
¿mas Mariquita no viene?
Pongámonos aquí a un lado,
y observemos qué designio
325
los conduce.
CARLOS
                    Amigo, vamos.

(Se retiran y salen DON SIMÓN y NICOLASA.)

DON SIMÓN
¿Qué he de hacer? Esto es preciso:
Mariquita se ha empeñado
en ver los Fuegos; bastante
lo he resistido; mas tanto
330
se entristeció, que temí
que le diera algún desmayo;
con que me ha sido forzoso
el hacerle este agasajo.
NICOLASA
¿Pero que en fin un señor
335
estudios y latinajos,
tan entendido, y tan sabio,
se enamore tan de recio
de una niña de quince años?
¿Qué más hiciera una qualquiera,
340
que fuera tonto, y menguado?
¿Para qué son estos libros?
DON SIMÓN
¡Ai Nicolasa! Los hombres
más famosos, y más sabios
han querido; de lo ilustre
345
el amor ha sido el flaco.
Omnia vincit amor, dijo
un Propheta; y yo le añado
et nos cedamus amori,
que exemplos tenemos hartos.
350
(Canta.)
Los grandes hombres
siempre han querido;
el dulce amor
los ha vencido
hasta el gran Julio
355
a Cleopatra [11]
idolatraba
con ceguedad.
El mismo Hércules
se puso a hilar.
360
El grande Achiles
por Briseis
vino a llorar.
A Cyprés Marte
supo adorar.
365
Y yo, que soi don Simón,
adoro a mi Mariquita,
que es tan linda, y tan bonita,
y le doi mi corazón
Omnia vincit amor.
370

(Representa NICOLASA.)

NICOLASA
¿No es lástima, que un señor
tan grande, y que sabe tanto
se emplee en una mocosa
como del codo a la mano?
DON SIMÓN
Pero en fin, ya te he traído
375
para que veas el campo,
y examines bien los puestos
donde ponernos podamos;
porque el General experto,
quando teme algún asalto,
380
reconoce los caminos
que puede traer el contrario.
Mira si hai algún parage
que sea bien solitario.
NICOLASA
¿Solitario aquí? ¿No veis
385
que eso es estar delirando?
¿No veis que todo Madrid,
alegre, y regocijado,
viene a mirar estas fiestas?
DON SIMÓN
Y por eso estoi temblando.
390
Mas pues eso no es posible,
nuestra plaza defendamos.
Que por ahora al Prado venga,
que está algo más apartado, [12]
y hagamos que en él esté
395
en lo obscurito, hasta tanto
que los Fuegos se principien,
la llevaremos un rato,
para que los vea un poco;
pero, amiga, yo te encargo
400
el que a su lado te pongas.
Yo me pondré al otro lado,
y pegaditos con ella
sin separarnos un paso,
observarle las ojeadas,
405
los movimientos, los labios,
que no pueda hablar a nadie,
y ten siempre gran cuidado
de darle conversación,
para que estando ocupados
410
sus ojos en ti, no vea
las guiñadas que esos majos
van haciendo a las mocitas,
quando las hallan al paso.
¡Quien fuera Alcalde de Corte!
415
Que a un Presidio había de echarlos.
NICOLASA
¡Ai señor!, vos me queréis
dar el más terrible encargo.
Para una muchacha viva
no basta ningún cuidado;
420
un zeloso se desvela,
no duerme, se da mil chascos,
y en un instante, la moza
le remacha bien el clavo.
Para esto el latín no sirve,
425
que se hace en romance claro.
(Canta.)
Guardar una mocita,
joven, viva, y bonita,
mucho embarazo da
el que en zeloso da;
430
no vive, ni sosiega;
y si a este afán se entrega,
sin celar viene, y va.
Quien va allá, quien va allá.
Un gesto, una palabra,
435
una mosca que vuela [13]
todo lo descalabra,
lo pone en centinela.
Pero quando el simplón
va a hacer la descubierta,
440
el amor, que está alerta,
la pega de rondón.