UN POEMA DE PATROCINIO DE BIEDMA



HIMNO
A  la Virgen del Alcázar, patrona de Baeza

SALVE, salve, purísima estrella
que la tierra y el cielo iluminas;
salve, casta y celeste doncella
que atesoras las gracias divinas.
               Tú, la blanca y amante paloma
que llenó con su gloria este suelo;
Tú, la flor de suavísimo aroma
que perfumas las auras del cielo.
               Tú, a quien forman los blancos querubes
puro trono de místico encanto;
Tú, que bajas en cándidas nubes
a calmar de los buenos el llanto.
Tú, que dejas en alas del viento
que mendiga a tus pies tus favores
el aroma que exhala tu aliento
que perfuma después a las flores.
               Tú, que fuiste del cielo admirada
cuando a Dios encerraste en tu seno;
Tú, más pura que flor no tocada
por el viento apacible y sereno:
               Oye tierna la voz que te implora
y consuelo te pide a su llanto;
¡a este pueblo que siempre te adora
Tiene, Madre, tu pródigo manto!
               No desoigas la voz que te ruega
elevando hasta ti sus dolores,
que en el eco que a ti triste llega
van del alma las más puras flores.
               Tú, la dulce y amante paloma,
Tú, prodigio de amor y pureza,
Tú, que prestas al cielo tu aroma
¡Sé el escudo que ampare a Baeza!

               PATROCINIO DE BIEDMA
               (Guirnalda de pensamientos. Poesías, Madrid, Carlos Bailly-Bailliere, 1872)