FIRMA INVITADA: FRANCISCO ACUYO




 NOTA DE PRESENTACIÓN

Bajo el título de “Nocturnos de Baeza”, me cuenta el poeta granadino Francisco Acuyo (Granada, 1960), reúne una serie de poemas inspirados en el entorno monumental y natural de la hermosa ciudad que da título a la serie. Se trata de poemas inéditos, de los que ofrecemos en el presente blog una breve selección. Tienen su origen en unos viajes que el poeta hizo en su adolescencia, cuando se encontraba influido por lecturas y filosofías de carácter heterodoxo. Esto explica el marcado signo esoterista de “Templo constelado”. Por ello me habla del origen de la construcción sagrada de La Catedral como matriz mística, “si es que aquellas construcciones se entendían codificadas por un lenguaje armonioso regulado con total precisión para la manifestación exuberante de sus formas”. Y dice además: “El lenguaje de la luz (nocturna) es seguir la ciencia (o la magia) de los números que guardan el secreto de tan eminentes y gloriosas proporciones arquitectónicas que muestran no tanto una geometría lineal, como curva o cósmica que hacen de su estructura el punto crucial de lo divino (celeste) aquí, en la tierra, o, allí, justamente en este caso, en la bellísima ubicación de las tierras de Baeza”.  Acuyo tiene publicados numerosos libros de poesía y ensayo. Así, entre otros, los titulados: La transfiguración de la lira (1984), No la flor para la guerra (1987; 1997, 2ª ed. aumentada), Ancile (1992), Cuadernos del angelus (1994), Vegetal contra mosaico (1994), Los principios del tigre (1997), Mal de lujo (1998), Pan y leche para niños (2000), Diez décimas decimales (2000), El arte del tiempo (2000), Ángel contrario al imposible (2001), De la línea y su espejismo (2001), En campos de zafiro (2001), El jardín de los espíritus (2001), El Hemisferio Infinito (2003) y Centinelas del sueño (2008).
 
NOCTURNOS DE BAEZA


Para Antonio Chicharro





TEMPLO CONSTELADO



(Al fondo, la Catedral de la Natividad de Nuestra Señora)

¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que el alborada!

Noche oscura
S. Juan de la Cruz




I


   EN el vitral del instante
la eternidad se refleja.
Terrestre traza la sombra
luz de celeste silueta.

   Al fondo, sobre los muros,
un río lento se lleva,
desde su brillo fugaz
hasta la fuente perpetua,

   el discurrir de los astros
con silenciosa cadencia.
La ciudadal perspectiva
célico signo interpreta.

   Forma, proporción y número
en equilibrio proyectan
el templo cuyo transepto
sideral plano refleja

   para en su trazo inscribir
la cruz en donde se extrema
y ha de morir el adepto,
donde, en fin, reminiscencia

   dejó escrita sobre su
libro de vidrio y de piedra.
Sobre los muros del sueño
la luz del astro despierta.


   Entre la ley del secreto
constructo empíreo evidencia
si  humildad es del espíritu
y del silencio la regla.


II


   Ciudad para la ciudad
o resplandeciente emblema;
del pensamiento apoteosis
y del arte diligencia:

   ante ti encuentren espanto
erizadas las quimeras,
los mascarones y gárgolas
consagrados a tu ciencia:

   del laboratorio corren
al pináculo y su vértebra
arbotante que en el tiempo
los espíritus congela.

   Raíces arraiga el cielo
en las simas de la tierra
y en cuyos signos da forma
el alma de la materia.

   A tus plantas lo que arriba
está abajo hesita etérea
roca que en el firmamento
enraíza única y diversa.

   Arde el Cisne, el Águila arde
en nieve negra su hoguera,
sideral arquitectura
que hielo ardiente se muestra.

   Vuelve al origen la luz,
al fin en sombras regresa:
es el final el principio,
el infinito frontera.

   En el vitral del instante
eternidad se refleja.
Terrestre traza la sombra
luz de celeste silueta.


               Francisco Acuyo

De poemas Herméticos (Inédito)