NOTICIA DE UN HOMENAJE


NOTICIA DE UN HOMENAJE
(Baeza, febrero de 1966 - abril de 1983)

                                                             
Hoy, 10 de abril de 1983, se va a celebrar en Baeza un viejo homenaje a don Antonio Machado, inicialmente previsto para el día 20 de febrero de 1966, homenaje que ha levantado alguna polémica, debido a los distintos puntos de vista existentes sobre la oportunidad o inoportunidad de su celebración y sobre el momento y modo de su definitiva realización. No es mi deseo en esta ocasión entrar en polémica, por lo que no voy a pronunciarme sobre aspectos de detalle, ciertamente significativos. Ahora bien, esto no impide que reconozca aquí y ahora un principio fundamental: el homenaje tenía que volver a celebrarse en alguna ocasión, porque hay sobradas razones para ello. La razón más sobresaliente es que, fuera de revanchas, existe una deuda pendiente tanto con la memoria de Antonio Machado como con una significativa parte del pueblo español. Pero, como he dicho, no es mi intención detenerme en aspectos de detalle de nuestro presente inmediato, sino, por el contrario, avivar el rescoldo de nuestra memoria histórica  y depositar mi atención en lo que ocurrió en aquella fecha de 1966, así como extraer algunas reflexiones sobre el sentido del homenaje frustrado. Volvamos, pues, nuestra mirada a aquella mañana de febrero, de la que por cierto fui un testigo más.
El homenaje en cuestión era uno más de la serie Paseos con Antonio Machado, serie de homenajes organizada por una comisión de personalidades del mundo de la cultura española vinculadas con la oposición democrática al régimen político de aquellos años (Machado, no hay que insistir mucho en ello, se había convertido  a lo largo de la posguerra, en un poeta-símbolo para la sociedad española y, por tanto, en un objeto de disputa para las distintas tendencias ideológicas existentes; de ahí que coexistieran en más de una ocasión dos tipos de homenajes, uno de base oficialista y otro de base democrática, en última instancia igualmente políticos, tal era la situación histórica, tal era la sobredeterminación política que todo lo calaba). El hecho de que se eligiera Baeza como sede de uno de aquellos homenajes apenas si necesita comentario: Machado había vivido en dicho rincón andaluz de 1912 a 1919, ciudad a la que había llegado a los pocos meses de quedar viudo, llegada que se produjo, más que por una meditada decisión, por una necesidad lógica de abandonar las tierras castellanas tras el fatal desenlace. Sin embargo, y pese al carácter casual de aquel nuevo destino y pese a su inicial visión negativa del poblachón andaluz y de sus gentes, los años machadianos de Baeza constituyeron una de las etapas más productivas de don Antonio, cuantitativa y cualitativamente hablando. Por esta razón, Baeza es un lugar machadiano por excelencia que, con buen criterio, la comisión organizadora no olvidó. Así, lo expone Cesáreo Rodríguez-Aguilera en su libro Antonio Machado en Baeza (Barcelona, A. P. Editor, 1967):

'Paseos con Antonio Machado' se tituló el homenaje a celebrar en Baeza el día 20 de febrero de 1966. Se trata -dice la hoja de la convocatoria- de pasear con Antonio Machado -con su recuerdo vivo- por el mismo camino que, en sus años de Baeza, hacía casi a diario, tras las murallas viejas. De llegar con él -con su recuerdo vivo- hasta el punto en el que, acaso, se sentaba a contemplar, meditando, la tarde piadosa, cárdena y violeta, sobre el ancho paisaje. Y paseando con él -con su recuerdo vivo- en torno a Baeza, se trata, también, de acompañarlo en todos los pasos de su clara vida.

          Este homenaje, en el que se iban a colocar algunas placas en distintos lugares machadianos de la ciudad y un busto en un estratégico lugar del Paseo de las Murallas y en el que, lógicamente, se iban a recitar algunos poemas de don Antonio, no pudo llevarse a cabo por prohibición gubernativa de última hora, tan de última hora que la interesante base monumental, proyectada por el arquitecto Fernando Ramón, ya había sido construida y se encontraba dispuesta para recibir el magnífico busto esculpido por Pablo Serrano. La reacción oficial previa al homenaje tuvo distintas fases, sobresaliendo en un primer momento la subrepticia suspensión y la prohibición directa y violenta finalmente. Digo subrepticia suspensión, porque en los días anteriores al acto había aparecido en la prensa una supuesta nota de la comisión organizadora aplazando el homenaje por razones climatológicas, tal como expone A. Puig en el exordio del libro citado:

Si bien en Barcelona pudieron realizarse tal como estaban proyectados estos actos, no ocurrió lo mismo con el Homenaje en Baeza. En los días inmediatos a la fecha señalada se suscitaron problemas, discusiones, órdenes contradictorias que provocaron el desconcierto, tales como una nota aparecida en la prensa -que ciertamente no provenía de la Comisión Organizadora- anunciando la suspensión de los actos por razones climatológicas. Pero la organización, que no detuvo su marcha, pues no hubo suspensión oficial, hasta la misma mañana del día señalado, había logrado congregar a muchos asistentes que se reunieron en Baeza. Se calcularon unos mil los que intentaron llegar hasta el lugar donde debía colocarse el busto de Machado en el bloque de cemento ya construido. Ni tan sólo aquel acto silencioso de la presencia de los que habían acudido a la convocatoria fue permitido, y todo acabó lamentablemente en un ambiente tenso y áspero.

Efectivamente, Baeza se fue llenando desde la tarde y noche del sábado 19 tanto de madrugadores asistentes al acto como de policía. A la mañana siguiente y pese a los controles de los accesos a la ciudad, un numeroso público iba y venía por las monumentales plazas de Baeza, esperando la tensa hora del comienzo del homenaje. La base monumental, un bloque de cemento abierto en sus caras, como he dicho, estaba preparada para recibir la pieza escultórica de Pablo Serrano, pieza que desde entonces ha sufrido un curioso exilio interior. A la hora del comienzo del homenaje, un inmenso público se agolpaba en los alrededores de dicho monumento. La policía apenas si esperó el tiempo necesario para desalojar sin violencia física al numeroso grupo de asistentes y cargó contra ellos. Hubo carreras, golpes y detenciones, o sea, los efectos propios de una brutal represión.
De este día nos ha quedado noticia poética -bien sabemos cómo la literatura hubo de cumplir en más de una ocasión una función subsidiaria, informativa en este caso, durante estos años, dada la situación de las libertades en nuestro país- a través de un poema de Gabriel Celaya, asistente al acto y miembro de la Comisión de Honor del Homenaje, que publicó al año siguiente, 1967, en su libro Lo que faltaba y que tituló expresivamente 20-2-66 (en el mismo libro había publicado otro poema, Versos de Baeza, en el que el tema central es la unión que provoca la figura de Antonio Machado). Leamos el poema:
             En la mitad de la calle, ya no queda nadie.
Son los Guardias de la Porra quienes la limpian y barren.
Todo el mundo se esconde en los portales,
y yo, como soy tonto, les pregunto: "¿Qué pasa?"
Dos amigos me cogen de golpe por la solapa,
me meten en un rincón, a empujones, y mal,
y me explican cosas raras en voz baja.
Es difícil de entender, porque no hablan en inglés,
y aunque citan a Machado, no emite la BBC.
Es difícil de aceptar, escondido en un portal,
que otros aguanten lo malo de la vergüenza mortal
mientras algunos, cobardes, nos tratamos de salvar
de los palos arbitrarios y el diluvio general. 




            Pese a todo, no se logró arrancar de la memoria de los organizadores la futura celebración del acto. Ya en 1967, en el libro antes mencionado de Rodríguez-Aguilera, éste escribió: "El homenaje fue suspendido. Los organizadores nos hemos prometido que tenga lugar cuando sea posible, en la forma proyectada". Así, según parece, se va a realizar.
Ahora bien, como resulta obvio, no podemos perder de vista que, aunque el homenaje de hoy se ajuste al programado para 1966, las diferencias entre este y aquel momento son tan importantes que de alguna manera se nos va a escapar de las manos a un sector de los asistentes el sentido último de dicho homenaje. De ahí que la repetición del homenaje, como ya he dicho, perfectamente legítima, pueda haber generado diversas reacciones.
Para comprender el sentido último del homenaje frustrado de 1966 (esta prohibición violenta alcanzó, pese a todo, un notable eco entonces y, es de suponer, unos efectos contrarios a los perseguidos por la prohibición en sí), no hemos de perder de vista que la sociedad española atravesaba un momento crítico, un momento de acelerada evolución en todos sus frentes, salvo en el aparato político del Estado a pesar de algunas medidas legislativas de todos conocidas. Este momento crítico está alcanzando por entonces a lo que se ha dado en llamar la "cultura de la resistencia", modelo de actuación cultural y política que fue inicialmente respuesta a la penetración directa del aparato político del régimen en todos los órdenes de la vida social y, consecuentemente, en el cultural. Pues bien, este modelo cultural, auspiciado por muchos de los asistentes a aquel homenaje -la prohibición gubernativa del acto muestra por sí misma esta realidad- y sometido a los vaivenes del posibilismo y de la urgencia política, comienza a dejar de tener la eficacia que en los años cincuenta había demostrado poseer y en este sentido empieza a ser cuestionado por sus propios productores. Por tanto, cabe suponer, lo que se pretendía reconocer en Machado entonces no era un Machado símbolo civil y símbolo de un quehacer literario, o al menos no lo era como en los años anteriores, ya que la ideología estética que había hecho suyo a Antonio Machado (como a Miguel de Unamuno) estaba entrando en una crisis ciertamente irreparable. El Machado que se invoca en aquel momento es más el Machado símbolo civil que el Machado poeta, o ambos al mismo tiempo pero desde posiciones bastante menos nítidas que las sustentadas hasta entonces: el momento era fecundamente contradictorio.
Tras esta apresurada recuperación de nuestra memoria histórica, sólo cabe preguntarse: ¿Qué homenajeamos hoy en Antonio Machado?

ANTONIO CHICHARRO
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El presente artículo apareció publicado en el diario Ideal de Granada, el mismo día de la celebración del segundo y definitivo homenaje, esto es, el 10 de abril de 1983. Posteriormente fue incluido en mi edición Antonio Machado y Baeza a través de la crítica, libro del que se da cuenta en una entrada de este blog.